Una gran pena que salí de casa ayer con la cámara casi sin batería pero seguramente hubiera sido imposible transmitir la sensación tan completa con una imágen…
A noche volví con los peques a casa – después de baile, juegos, encuentros y reencuentros, arenque y fresas – a la 23.00 y el momento ofreció un paseo realmente mágico. El campo bañaba en una luz rosada de la puesta del sol tan tan lenta y el silencio era delicadísimo; de media noche pero despierto… nitido…esperando…
Viví uno de esos momentos que te hace sentir tan viva, que te llena de orgullo por formar parte de este mundo y te despierta el deseo de vivir para siempre.
Que bonito lo explicas parece mágico.
Y Oliver…. está tal lindo, dales un achuchón de mi parte a los dos.