
La vista – seguramente ya has comprobado lo distinto que puede ser ese camino que normalmente recorres conduciendo cuando vas de copiloto o andando.
Para realmente ver – no solo mirar – a veces hay que volver a descubrir intencionadamente y prestar atención especial a las cosas… como si las vieras por primera vez. Las personas que tienen niños pequeños cuentan con una ayuda fantástica para redescubrir las cosas que ya resultan tan cotidianas. Los cambios estacionales en la naturaleza también son una buena ayuda; de repente un día ves el árbol que está en la entrada de tu calle porque sus hojas han cambiado de verde a amarillo o un día te fijas en la plantación en la esquina del jardín porque han aparecido las flores azules de primavera,…
Hay tantas cosas bonitas a nuestro alrededor – solo hay que verlas para sentirse sobrecogido por la belleza que siempre está allí.
A mi me apasionan los árboles. Pueden tener mil formas y tamaños pero siempre me parecen perfectos – en equilibrio. A veces, cuando necesito ver no solo mirar, me siento fuera y me concentro en un árbol quitando, en la mente, todo el alrededor. Veo el contorno, el color, el tamaño, cada rama, la textura del tronco, las partes que se mueven por el viento,… Encuentra el objeto que a ti te llama la atención y pruébalo – puede ser un edificio, un coche, una flor, un bolígrafo,…
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