Dulce Noviembre

 

Mañana del frío Noviembre lleno del brillo y del intenso color del aire. La escarcha marca cada línea que forman hojas, troncos, árboles,…

Me regalo dos minutos en el medio del prado y en el medio del movimiento – justo entre lo que he hecho y lo que voy a hacer.

Siento como mil y un reflejos de sol me llenan – me llenan los ojos, la piel, los pulmones – me llenan cada célula de mi cuerpo con nitidez.

Respiro el ayer, inspiro el hoy.

La magia de la Inspiración

 

Hay días que me siento, cómoda, con tiempo, con deseo de escribir, pero mi mente está tan blanca como la hoja que tengo delante.

Desconcertada.

Blanca pero para nada vacía – al revés. La sensación es que hay demasiado jaléo en la cabeza para poder agarrar una idea concreta. No huelo la flor porque en el campo hay miles de flores.

Desesperación.

Me estresa muchísimo – no porque tenga obligación o algún «dead line» – simplemente porque realmente quiero escribir… y sé que lo único que puedo hacer es esperar…  Esperar a que encuentre la Inspiración o que ella me encuentre a mi.

Me consuela saber que siempre está por allí – volando tranquilamente esperando que alquien la inspire…

Inspiración.

 

Mientras tanto busco algo en que concentrarme dando trabajo a mis manos o me doy un buen paseo comiendo oxígeno a bocados…

Inspirando.

El árbol coge aire…

…después de varios meses de aparente dormir, parado en su tiempo. Observo las yemas que están a punto de romperse y a partir de ese instante la energía en transformación es tan intensa que casi se puede notar vibrar el aire.

A veces me quedo mirando una hojita verde claro y brillante o una flor rosita esperando esperanzada de poder ver un mínimo movimiento ya que al acostarme hay una vida abierta donde por la mañana había solo intención e inspiración. Pero este despertar, este revivir o renacimiento tan preciso, tan perfecto es demasiado lento y en su prisa y fuerza por respirar.

Primavera.