El sonido más bonito del mundo

(favorito repetido)

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Un día, hace muchos años, llamé a mi abuela y después de hablar un rato me preguntó: “¿Sabes cual es el sonido más bonito del mundo?”

Yo empecé a proponer sonidos – podría ser…: las primeras notas de piano de una composición de Jan Johansson, la risa de los niños, las palabras “Te Amo”, el sonido del agua cuando te tiras a la piscina un día de 40º, los aplausos cuando ganas un concurso, el “noc, noc” en la puerta esperando a Papa Noël… A lo mejor lo más bonito es la palabra “Gracias”, el violín, pequeños pies corriendo por el pasillo es sábado por la mañana, el canto del mirlo…

No sé…

Anna, es cuando suena el teléfono en el apartamento de una anciana solita. El corazón da un brinco cuando alguien piensa en ti y se toma tiempo para llamarte solo para charlar un ratito…”

Mi abuela ya no está – mi abuelo tampoco – y cada año me quedan menos ancianitos por llamar pero siempre, siempre, hay alguien (a lo mejor ni siquiera tan mayor) que se alegra cuando dices “hola” ….aunque sea por teléfono.

La verdad es que, si lo piensas, es fantástico que con una llamadita puedas dar felicidad… hay que aprovechar esa oportunidad… 

 

Llena de Silencio

Förgätmigej

Algo me sorprendió por la mañana – algo me decepcionó… y a falta de fuerzas para intentar a ser comprendida me callé y me aferré a mi silencio…

A lo largo del día tuve la sensación de que, en vez de dejarme un vacío, el silencio me llenaba.

El silencio me permitió llenar ese espacio,que normalmente está ocupado por sonido o ruido con pensamientos largos, sentimientos con reflexión – observación – y en el momento que abro “mi puerta” otra vez es con una sensibilidad recuperada.

Una nueva presencia.

Ruido o Sonido – Mindfulness 17

ruido

He dormido mal. La mañana no me ha cundido e intento escribir mientras los niños juegan en la habitación de al lado con voces altas que no paran de llegar a mi en un continuo chorro. Me entran ganas de decirles que se callen pero… paro un momento – cierro los ojos un momento y respiro – y me concentro en escuchar lo que dicen, en seguir su juego a distancia y en ese mismo instante el ruido cambia a ser sonido. Mi agobio desaparece y me invade la felicidad escuchando dos pequeñas personas creando un mundo imaginario basado en sus impresiones del día.

Disfruto… y sigo escribiendo…

Con el parón he ganado tiempo, he recuperado la concentración y – sobre todo – calidad de vida.

 

El increíble mundo de los Delfines

Lo último descubierto sobre el mundo de los delfines es que emplean señales acústicas específicas entre sí que codifica su identidad individual y sólo responden a ese silbido – tienen nombres propios. Se trata de una actitud casi humana: cuando escuchan su nombre, responden.