Seguir la luz

Media hora de paseo por el bosque tiene un efecto, científicamente comprobado, benéfico sobre nuestra salud y, especialmente, sobre los signos de estrés.

 

Aparte del paseo matutino que doy todas las mañanas, este fin de semana me he dado un paseo lento al atardecer. Un “paseo de lujo”; sola – bueno, con la perrita Mona por supuesto, despacio y sin tener el camino decidido antemano.

Ayer intenté concentrarme especialmente en la luz – los reflejos en los charcos, las mil sombras redondas de las bellotas caídas por el camino, en las pequeñas gotas iluminadas en la hierba…

De vez en cuando mis pensamientos se me escapaban a asuntos que llevan tiempo ron-roneando en mi cabeza – las típicas cosas que no te dejan dormir – pero durante estos “paseos de lujo” obtienen otro color, otra transparencia, y me dejan ver la luz en mi camino…

En cada creación un poquito de mi…

Viernes otra vez…

Al final no he pasado tantas horas esta semana en el taller como tenía pensado porque tardé más de lo que había imaginado con la última miniatura de acuarela y me cuesta mucho dejar un trabajo a medias… pero los pendientes “flying” han volado.

Mi taller es muy pequeño y por lo tanto muy acogedor – sobre todo días de lluvia. La madera absorbe muchos ruidos típicos de taller y aporta una luz cálida. Siempre bajo allí con una taza de café bien calentito con canela y me pierdo en el tiempo creando – pensando solo con las manos.

(De hecho pongo la alarma a la hora de recoger los niños en el cole para no llegar tarde.)

Nunca tengo varias joyas marchando a la vez – en cada creación pongo toda mi atención desde el principio hasta el final. En cada pieza hay una pizca de mi y deseo que la persona que la lleva puesta perciba mi ilusión.