Porqué tan pequeño?

Mucha gente me pregunta porqué pinto tan diminuto…

 

Lo de pintar miniaturas surgió porque ;  

llevaba un tiempo sin coger un pincel  –  entre mis dos niños pequeños y el taller de joyería de plata no me sobraba mucho tiempo… Todo en mi vida iba fenomenal pero, sinceramente, no me encontraba muy bien lo cuál me provocaba cargo de conciencia porque debería de sentirme feliz… y sonreír y…    Tuve la sensación que la vida me llevaba por delante…      

Un fin de semana iba a hacer una escapadita a Estocolmo para visitar a mi hermana pequeña que se acababa de comprar un piso y quería regalarla algo mío y pensé pintar algo. Se lo comenté a mi madre y me dijo “Que sea algo pequeño porque su piso es minúsculo.” Pinté una cosa muy pequeña y la experiencia me llenó en muchos sentidos…

Pintar miniacuarelas (pintar y crear en general) es una forma de mindfulness muy parecido a meditación – yo lo llamo peacefulness. Te tienes que fijar en los pequeños detalles que hacen la imagen y crea la sensación y el equilibro.

Pintar miniatura de acuarela para mi fue (o es) un reto no solo por el tamaño sino también por como pensar/como pinta. Antes siempre pintaba en acrílico y entonces empezaba con el fondo e iba creando la imagen poco a poco – los detalles, las figuras. Con la acuarela es al revés – cada detalle tiene que estar en mi cabeza desde el principio. Exige una concentración tremenda; primero porque no puedo dibujar antes lo que voy a pintar – la punta del lápiz no es suficientemente fina y además «ensucia» y segundo porque uso acuarela clásica que no tiene blanco… 

Ahora solo menciono las dificultades pero realmente estos obstáculos son los que hacen mi trabajo con los «tinys» tan especial. Me ayudó (y ayuda) encontrar esa energía vital que existe en simplemente estar en el momento – en la vida.

new week – new energy

Esta semana que ha pasado ha sido, para mi, dura… decepciones, migrañas,… Mi energía vital ha brillado con su ausencia PERO …

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…ya es lunes después de un fin de semana muy reparador – de no salir de casa más que para paseos entre campos de trigo, marcados por sombras de encinas, con las montañas nevadas en el horizonte. Frío, sol,… y con la necesidad de cambio. Al final, lo que más energía me aporta es la creatividad y lo que más me ayuda a mantenerla es la rutina así que…

Esta semana arranco dos nuevos proyectos; poemario en sueco y curso en naturopatía holística 😉

He decidido que ya es hora de traducir mi segundo poemario («Me asomo a la noche») de castellano a sueco. Es un proceso bastante complejo ya que la poesía no se puede traducir palabra por palabra porque hay que encontrar el ritmo, el tono y el sentido de cada verso. El invierno es la época perfecta para este trabajo ya que requiere muchas horas delante del ordenador.

Por otro lado llevo mucho tiempo con la idea de aprender más sobre la naturopatía holística. He heredado de mi madre y abuela un gen de bruja 😉 e interés por las plantas y sus beneficios y ya he decidido hacer un curso de 15 módulos lo cuál me obliga cierta rutina sin interferir en mi trabajo diario de joyería, pintura, escritura,…

Así que, con nueva ilusión, respiro este lunes cualquiera muy especial!

 

 

El prestar atención a los pequeños detalles y momentos ayuda a manejar las cuestiones grandes.

Hace algunos años pasaba por una época con la sensación de no vivir mi vida. Me sentía totalmente vacía a pesar de tenerlo todo. 

Vivía un sueño; tenía amor, casa, niños, jardín, trabajo,… y aún así me levantaba cada mañana deseando estar en otro lugar, en otro tiempo, en otro cuerpo.

Me pesaba el mañana y el ayer, la comida y la ropa, la cabeza, y los pies, las guerras y el cambio climático. Me ahogaba. Me paralizaba.

Necesitaba cambiar mi día a día – con o sin ayuda – para poder ser la persona, la madre y la compañera que quería ser. Tenía que cambiar mi actitud para no sentir el vértigo de perder los estribos…

A pesar de ser consciente de la importancia de la actitud en sí, el cambio no es nada fácil. Los pensamientos y las acciones son muy parecidos a los átomos y las moléculas (o iguales – al final somos parte del todo) – actúan por inercia buscando el camino y el movimiento que menos energía gasta.

Empecé a escribir. No fue el típico diario pero si escribía todos los días. Decidí ponerme horario y obligarme a escribir en el ordenador e incluso elegí el formato blog para sentir la «presión» de lectores – crear compromiso – y mi reto era escribir algo positivo todos los días. Podía ser una reflexión mía, un sueño, un dicho que me gustaba, una foto bonita, un cuento,… algo.

Esto me hizo cambiar el foco poco a poco y con el tiempo noté como me levantaba por la mañana buscando bonitos imágenes, cazando bellos momentos,… mirando con otros ojos…

Estuve dos años así – todos los días – hasta que llegó un día que sentí que ya… Ya! …y cerré la puerta a ese zyber-espacio que había creado. Ya no lo necesitaba más. Ya podía ver las noticias en la tele sin hundirme, podría considerar lo que podría hacer yo por el medio ambiente sin sentirme abatida por la sensación de impotencia paralizante.

Ya podía y quería seguí mi camino y aplicar esa energía creativa y ese tiempo en mirar hacía otro paisaje.