Estudio de «El no árbol»

#peacefulness 2

Lunes – el primer día del resto de tu día y presento un reto para el comienzo de la semana …o a lo mejor prefieres dejarlo para el fin de semana porque es cuando tienes más posibilidad de encontrar un momento solo para ti…

Lo único que necesitas es papel, lápiz y 5 minutos.

Cada árbol es único. Cada día, desde que brotó, le ha influido en su forma de crecer – el viento, una tormenta, el sol, un corte, un nido de pájaro, la sombra de otro árbol…

Si tienes un árbol fuera de tu ventana, en tu jardín o en una foto o un cuadro míralo – pero no demasiado bien… porque quiero que dibujes lo que no es el árbol. En vez de fijarte en el tronco y las ramas quiero que te concentres en los espacios entremedias.

De esta forma vas a dibujar lo que realmente ves – no lo que tu cabeza dice que ves basándose en la experiencia y tu memoria del substantivo “árbol”.

Este ejercicio obliga tu mente a estar presente y solo pensar en lo que ves…

Grullas de Papel

Según una leyenda japonesa, tu mayor deseo se hará realidad, si construyes mil grullas de papel.

Las mil grullas de origami (papiroflexia en japonés) se convirtieron en un símbolo de la paz a causa de la historia de Sadako Sasaki (1943-1955), una niña japonesa que deseó curarse de su enfermedad producida por la radiación de la bomba atómica que cayó sobre Hiroshima. Tras el consejo de su amiga Chizuko, y mientras estaba en el hospital, decidió que haría 1.000 grullas de papel. Pensó que su deseo no sólo sería para curarse, sino también para que todo el mundo pudiera vivir en paz y no hubiera más guerras. Sadako no pudo superar su enfermedad y tampoco acabó de hacer todas las grullas (tuvo que detenerse en la 644). Pero Chizuko y muchos otros amigos llegaron a hacer las 1.000 grullas, que de esta forma, se convirtieron en un símbolo de la paz en todo el mundo.

Imagen relacionada

Tradicionalmente, regalar grullas de papel se ha asociado con el hecho de querer desear salud, bienestar, felicidad y prosperidad. Se regalan, entre otros momentos, cuando nace un bebé, cuando una pareja se casa, cuando alguien está enfermo… o bien se pueden regalar a alguien que quieres o que es importante para ti.

Día blanco y negro

… por dentro y por fuera en total armonía:

Silencio, espera, sin color, sin contrastes, paz, suspiro,…

… y cuando salgo de casa por la mañana descubro que el día es justo así. Somos uno.

…mmm… CASA

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A pesar de que este mes ha pasado más rápido que ninguno en mi vida – demasiado rápido – la sensación que tengo ahora mismo al llegar a mi casa es justo esa:  «he vuelto a casa».

Respiro hondo y me lleno de paz – me lleno de mis colores, mis olores, mis sonidos,… mi vida.

Pequeños detalles…

  … , temporales y persistentes. En ellos dejo descansar mis ojos de vez en cuando para recordar que vivo mi vida. Me rodeo con esos detalles para siempre tener esos espacios, por pequeños que sean, donde habita mi luz y mi paz…

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Un lugar de Paz

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En un lugar en nuestro jardín hay un suelo de piedra con seis pilares que aguantan un marco de hierro que, a su vez, aguanta un techo denso de Glicinia que ahora mismo está en flor.

En ese lugar estos días comemos, merendamos, trabajo, leo, hablamos y escuchamos…

… escuchamos el zumbido de miles de abejas y abejorros. En ese techo de flores lilas y blancas hay una actividad frenética desde el amanecer hasta el atardecer y para mi es como algodón auditivo para el alma – me da tanta paz…